Penalistas con sello granadino

Dijo el famoso novelista inglés Charles Dickens que “si no hubiera malas gentes no habría buenos abogados”. Y aunque lo deseable sería que no abundara ese tipo de personas que cometen delitos y llenan de expedientes los juzgados de instrucción de las ciudades, lo cierto es que son una especie demasiado común, que da mucho trabajo a jueces y fiscales, pero sobre todo a ellos: los letrados.

Todos los colegiados granadinos están habilitados y capacitados para defender a cualquier detenido que haya cometido un acto ilícito. Sin embargo, al igual que en otros gremios, en la gran familia de la abogacía, hay profesionales especializados en las distintas materias, entre ellas la penal. De los alrededor de 3.600 abogados ejercientes que existen entre la capital y la provincia, un centenar está especializado en Derecho Penal.

Son los llamados ‘penalistas’. De ellos, realmente, sólo un grupo muy reducido se dedica única y exclusivamente a la llevanza de este tipo de asuntos. Se trata de profesionales con una formación específica y unas habilidades extraordinarias para defender a quienes cometen alguno de los actos ilícitos que recoge el Código Penal, y en especial, para representar a aquéllos a quienes se les impu-tan conductas especialmente graves, como violaciones, corrupción, estafas, secuestros, tráfico de drogas, atracos a mano armada y, por supuesto, crímenes.

Son quizá ésos, los delitos de sangre, la especialidad de este grupo de expertos, que son reconocidos por sus compañeros y por el resto de operadores de la Justicia. Son profesionales con un prestigio ganado a pulso, que, por supuesto, también cuentan con el respeto de los medios de comunicación.

A la mayoría de ellos su fama le viene marcada por una estela de victorias judiciales. Granada Hoy ha seleccionado a algunos de los abogados penalistas con más prestigio de la capital para protagonizar este reportaje, en el que narran sus experiencias, sus mejores batallas judiciales, sus trucos en el estrado, sus opiniones más sinceras y algún que otro secreto hasta ahora inconfesable. No están, por supuesto, todos los que son. Una de las ausencias más notables es la de Enrique Ceres, que a lo largo de su dilatada carrera —para muchos es “el maestro”— nunca ha querido tener presencia en los medios.

Eduardo Torres es, además del decano del Colegio de Abogados, otro penalista de renombre de Granada, y por ambas condiciones conoce bien a este sector de la abogacía. “Granada tiene un grupo de abogados penalistas muy importante que, de hecho, han llevado pleitos de gran calado en otras provincias, como es el caso de Pablo Luna”, apunta.

Torres destaca que dentro del Colegio de Abogados de Granada existe un grupo especializado en Derecho Penal y Penitenciario “también muy reconocido” y que está integrado por unos 200 abogados.

La mayoría de sus miembros son sabia nueva, nuevos letrados que no dejan de formarse y que tienen un interés especial por este ámbito. De este grupo, como reconoce el decano, saldrán los grandes penalistas del mañana. “Ésta es una profesión de largo recorrido, y la experiencia y el prestigio de un abogado se lo dan los años, los pleitos y los éxitos judiciales”.

En opinión de Torres, para ser un buen abogado penalista, hay que ser, en primer lugar, “un buen jurista”, y ello significa “no sólo saber Derecho Penal, sino también Civil y tener una forma-ción básica importante de Derecho”. En segundo lugar, hay que ser “un buen orador”, pues hay casos que se tramitan por la Ley del Jurado y no es lo mismo convencer a un tribunal togado que a un jurado popular. También hay que ser “ágil y hábil”, pues “muchas veces, en los juicios penales, se producen situaciones improvisadas sobre las que hay que tomar determinaciones inmediatas”. Lo cierto es que en un juicio civil, el cliente pone en manos del abogado su patrimonio, su matrimonio… Pero en un juicio penal, pone algo tan pre-ciado como su libertad, “y eso supone una responsabilidad muy importante a la hora de afrontar un asunto”.

Para el decano de los letrados granadinos, uno de los grandes penalistas que ha dado Granada es José María Estampa Braun, catedrático de Derecho Penal “y un orador brillantísimo”. Otros nombres que le vienen a la men-te están en este reportaje, pero otros no, como Jorge Aguilera, que sitúa entre los veteranos, o Fernando Almendros, que es miembro de la Junta de Gobier-no del órgano colegial y al que destaca de entre la gente joven de la profesión. El decano, cuyo maestro fue Francisco Jiménez Casquet, ha llevado personalmente casos muy relevantes, como el del violador de la Alhambra: ejerció la complicada defensa del asesino de la niña Aixa. El fiscal pedía 160 años de prisión y logró rebajar 80 años la condena. “Muchas veces el abogado sabe que su cliente es culpable y su misión consiste en lograr la menor pena posible para él”, advierte.

En esta selección figuran letrados como Jesús Huertas, que ha ejercido defensas francamente difíciles: ha representado a los autores de los crímenes de Ana Orantes, la mujer quemada por su marido en Cúllar Vega; de Encarnación Rubio, la vecina de ese mismo municipio atropellada hasta la muerte por su ex esposo; de Ana Ariza, la mujer de Guadix apuñalada por su pareja; o de Conchi Peñate, la vecina de Lanjarón que también fue arrollada por su ex tras acompañarlo a una operación en Granada.

Otro de los protagonistas es Pablo Luna, uno de los principales abogados del caso Malaya y toda una eminencia en la materia. Ernesto Osuna, compañero de despacho de Luna, dibuja también su interesante perfil en este texto, en el que Rafael López Guarnido —el letrado que llevó al prelado ante el juez— y el reconocido Fabio Barcelona desvelan asimismo las claves de sus éxitos.

Extracto del artículo original PENALISTAS CON SELLO GRANADINO por Yelania Huertas. Granada Hoy de 8 de Enero de 2012. Leer artículo Completo >

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